Parada 5
Sherezade (fragmento)
-Hola.
-¿El señor Mahmud Shukri?
-Sí, señora, ¿de parte de quién?
-Pido disculpas por molestarle sin conocerle.
-Perdone, ¿puedo saber su nombre?
-Mi nombre no importa. Soy una de las miles de mujeres que le exponen sus problemas.
-Estoy a su disposición, señorita.
-Señora, por favor.
-Estoy a su disposición, señora,
-Pero la mía es una historia larga.
-Entonces ¿no sería mejor que me escribiera?
-Pero yo no sé escribir bien.
-¿Prefiere venir a verme a la revista?
-No tengo valor para ello, al menos por ahora.
La palabra «por ahora» le llamó la atención. Sonrió, complacido por aquella dulce voz; luego preguntó:
-¿Y entonces?
-Espero que me conceda algunos minutos todos los días o cada vez que su precioso tiempo lo permita.
-Es un procedimiento original. Me recuerda al de Sherezade.
-¡Sherezade! ¡Qué nombre tan atractivo! Permítame tomarlo prestado durante algún tiempo.
Él se rió y dijo:
-He aquí a Shahriyar escuchándote.
Ella se rió también y a él le pareció que su risa era tan agradable como su voz. La mujer prosiguió:
-No crea que voy a contarle un determinado problema. Se trata, como le he dicho, de una larga y triste historia.
-Espero poder responder a su confianza.
-Y yo espero que me interrumpa si me paso del tiempo que me quiera dedicar.
-Estoy a su disposición.
-Pero hoy ya le he robado buena parte de su tiempo. Dejémoslo para mañana. Ahora, me limitaré a confesarle que son sus escritos, llenos de humanidad, los que me han atraído hacia usted.
-Gracias.
-No solo sus escritos, también su fotografía.
Él preguntó con mayor atención:
-¿Mi fotografía?
-Sí, he leído en sus grandes ojos una mirada inteligente, bondadosa, humana, capaz de consolar a los que sufren.
-Gracias de nuevo… -después, riendo-: Sus palabras son gentiles, como una poesía de amor.
-Son la expresión de una esperanza, si es que la esperanza existe todavía en el mundo.
Él colgó el teléfono, sonrió, reflexionó un momento y sonrió de nuevo.
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